El nacimiento del Colegio Don Bosco en San Juan está relacionado con la llegada a la provincia de sacerdotes salesianos. Monseñor José Américo Orzali, quien ejercía como obispo de San Juan desde 1912, fue quien logró, después de 18 años de gestiones, que la fundación salesiana se estableciese en San Juan.
Los salesianos en San Juan
El domingo 2 de febrero de 1930, al mediodía, llegaron por el ferrocarril General Belgrano los sacerdotes Pablo Vicari, superior salesiano; José Fanzolato, fundador y director de la nueva casa; el padre Emilio Lenzi y el hermano coadjutor Luis Campos. En la estación los esperaban los miembros de una Comisión de Caballeros sanjuaninos que, a instancias del obispo Orzali, se habían encargado de los preparativos para la fundación de la obra salesiana en la provincia. Entre los sanjuaninos que integraban esta comisión se encontraban Héctor Conte Grand, Alberto Graffigna, Alfredo Martín Palma, Francisco Lazo, José Villani, Próspero Puchulú y Luis Segundo Lima. Los recién llegados se alojaron en la Casa de Betania.
Un oratorio y una escuela
Al domingo siguiente de su arribo a la provincia, el 11 de febrero de 1930, la comunidad salesiana abrió un Oratorio Festivo en un terreno de una hectárea donado por Héctor Conte Grand en calle Del Bono 65 (hoy Ángel D. Rojas), en Desamparados. A este primer acto asistieron 78 niños y varios jóvenes sanjuaninos que, aunque no se había hecho todavía ningún anuncio, solicitaron su inscripción en el colegio a fundarse.
El 12 de marzo, en el mismo terreno de Desamparados, se inauguró la capilla y dieron comienzo las primeras clases. Pero el día de la fundación del Colegio Don Bosco en San Juan es el 19 de marzo de 1930, fecha en la que monseñor Américo Orzali inauguró y bendijo los primeros locales del colegio, cuyo director era el padre José Fanzolato. El entonces interventor de la provincia, Modestino Pizarro, prometió a los salesianos su primer subsidio, que se invirtió en ladrillos para la construcción de algunas aulas. En el mes de junio, también de 1930, la Asociación “Pro Patria” donó un terreno para un oratorio en Trinidad, además de cinco mil pesos.
Años difíciles
En 1931, al conmemorarse el primer aniversario del colegio, se inició una gran campaña, llamada “del metro cúbico”, con el objeto de obtener donaciones para seguir construyendo la escuela, cuyas instalaciones eran hasta entonces sumamente primitivas.
En el segundo año de actividad, la institución ya contaba con 200 alumnos. No había estudiantes internos y sólo 90 estaban en condición de medio internos. La distancia de la escuela respecto del centro de la ciudad y la falta de transportes en ese momento dificultaban la concurrencia de un mayor número de alumnos. De esta época se recuerda como muy meritoria la obra del señor Cayetano Spada, quien con un vehículo especial llamado “Batea”, recogía alumnos en el centro y los llevaba a clase en Desamparados. Por la tarde los llevaba de vuelta al centro. Spada hizo esta tarea durante todo 1931 y 1932.
Para 1932, ya funcionaban las asociaciones principales que acompañan a toda empresa educativa salesiana, entre ellas el cuerpo de los “Exploradores de Don Bosco”.
La obra del Padre Garbini
En febrero de 1933 llegó a San Juan el padre Antonio Garbini, quien reemplazaría en la dirección del Colegio Don Bosco al padre Fanzolato. Desde un primer momento Garbini conoció los inconvenientes que afectaban al colegio por su situación en Desamparados. La distancia seguía siendo un gran impedimento para que aumentara el número de alumnos.
Fue entonces cuando la Asociación de Damas “Pro Patria” le ofreció la escrituración del terreno ubicado en Trinidad, anteriormente donado a la comunidad salesiana para la construcción de un oratorio. Sin dudarlo, el sacerdote decidió el traslado del colegio a Trinidad.
El destino definitivo
El padre Emilio Lenzi fue la mano derecha del padre Garbini y comenzó una afiebrada actividad. Con adobes, barro y caña se construyeron las aulas indispensables, se cerró con tapiales el terreno y se hicieron cuartos para el personal. El colegio estuvo listo para que en 1933 comenzaran las actividades en Trinidad, esta vez con una gran cantidad de alumnos externos, medio internos y un pequeño grupo de internos. Al terreno donado por “Pro Patria” se añadió el de la esquina de San Martín (hoy avenida Rawson) y 9 de Julio. El colegio compró ésta y otras fracciones hasta completar el solar adecuado para el colegio.
Los alumnos no tenían capilla ni había dormitorio para los internos; los patios eran de tierra; la dirección era un pequeño salón con piso de ladrillos con algunas minúsculas adyacencias para la administración y entrada al colegio. Mientras la comunidad de las Hermanas del Buen Pastor abría su iglesia, la bodega “Barbato” ofreció un galpón para que durmieran los alumnos internos, que el padre Garbini había aceptado ante la insistencia de padres de alumnos que vivían en departamentos alejados. Fue tanta la concurrencia y el entusiasmo por la inscripción de alumnos en esos primeros años, que el padre Garbini tuvo que pedir, en algunas ocasiones, colaboración policial para mantener el orden en la fila de entrada de los padres que temían no hallar matrícula para sus hijos.
María Auxiliadora
En 1935, a los numerosos alumnos primarios, se agregaron los de los cursos secundarios que se iniciaron ese año, a pesar de que la infraestructura del colegio seguía siendo pobre y estrecha. En 1936 la superioridad de la orden concedió tres años más en San Juan al padre Garbini y en diciembre de ese año se inauguraba en San Juan la capilla de María Auxiliadora. Fue en esta época cuando comenzaron las construcciones definitivas del colegio. En 1938, último año del padre Garbini en San Juan, el colegio ya contaba con amplias aulas, salón de estudios, comedores y dormitorios. Al cuerpo de Exploradores se habían sumado otras instituciones para favorecer la formación cultural de los alumnos, como el Coro “Aquiles Pedrolini”.
El Colegio en el terremoto
Cuando en enero de 1944 un fuerte terremoto asoló la ciudad de San Juan, el Colegio Don Bosco también sufrió consecuencias, aunque no de gravedad. Las primitivas construcciones de adobe quedaron en el suelo, mientras las nuevas levantadas por la empresa Walter Melcher sobre finales de la década del 30 no sufrieron mayores daños, a excepción de algunas fisuras.
En la iglesia se produjo un boquete en el techo, pero María Auxiliadora fue el único templo en el que se celebraron misas el domingo 16 de enero, al día siguiente del sismo, aunque por el temor de muchos fieles la ceremonia se hacía al aire libre, en el atrio.
El Colegio Don Bosco se transformó en “Hospital de Infecciosos” y allí atendieron médicos que llegaron de otras provincias. Desde la institución también se colaboró en el reparto de víveres.
Ese fatídico 1944, aunque con alguna demora motivada por la necesidad de realizar algunas obras, el Colegio Don Bosco inició las clases. Ese año los alumnos inscriptos pasaron de mil.
En 1951 volvería el padre Garbini a dirigir el Colegio Don Bosco de San Juan y viviría aquí hasta su muerte. De este periodo bajo su dirección corresponde la inauguración del frente de la esquina que desde entonces constituye la entrada principal del colegio.